Un 2015 lleno de optimismo
-Jesús Matheus Linares-
A muchas personas les extrañará el título de este
artículo, pero cuando estamos en las postrimerías de lo que ha sido el 2014, no
me queda si no el ánimo de desear que este año que comienza debe ser de optimismo,
de esperanza, de alegría, de reencuentro
con nosotros mismos, con nuestro país, con esa inmensa porción de tierra que
llamamos Venezuela y que pese a las adversidades no podemos dejar de amar.
Y es que pese a creer que estamos en un “Valle de
Lágrimas”, no debe ser esa nuestra actitud. En hebreo, la palabra bakah significa
llanto o lágrimas, y en tiempos bíblicos había un valle en
Israel conocido por ese nombre. Figurativamente, todos hemos pasado alguna vez
por el valle de lágrimas, un lugar de sufrimiento, de pesar, de penalidades, un
sitio árido, desértico y polvoriento.
Y recordamos el Salmo 84 cuando nos pone de
manifiesto el sublime concepto de que, cuando pasamos por ese lugar, tenemos
ocasión de tornar la dificultad o decepción, el pesar o sufrimiento -sea lo que
sea- en bendición. “Pasando por el valle de Baca lo convierten en manantial,
también las lluvias tempranas lo cubren de bendiciones. Van de poder en poder”.
Y esa debe ser nuestra actitud ante el nuevo año
que tenemos por delante. No podemos decaer. Debemos llenarnos de optimismo y de
nuevos bríos para sacar adelante el país. Me recuerda a un viejo amigo de
infancia que ha hecho precisamente eso. Hace tiempo enfermó gravemente. Creía que
la vida activa y provechosa que siempre había llevado tocaba a su fin. Pero Él,
no obstante, convirtió su valle de lágrimas en una gran bendición. Lo cambió en
manantial y, en consecuencia, ha llegado a ser una fuente aún mayor de ánimo
para los demás. Permitió que su llanto hiciera aflorar sus mejores cualidades.
Transformó su desierto en un hermoso lugar, cavando bien hondo en su
corazón y en la Palabra de Dios.
Si eres capaz de afirmarte en las promesas de
Dios y confiar en Su bondad aun en tiempos de pesar y angustia, los demás verán
tu fe, y será para ti -y también para ellos- como un pozo en medio de un
terreno yermo, estéril y duro. Es precisamente en esos casos en que la fe
resplandece más que nunca: cuando nos lleva a sobreponernos a dificultades.
Por eso, no creo en los agoreros que piensan que estamos
llegando al final. Tengo fe y estoy convencido que saldremos adelante de este
atolladero.
Y es que debemos darle sentido a nuestras vidas.
Es responsabilidad nuestra. Debemos tomar las decisiones atinadas que nos
conduzcan a donde debemos llegar; Si tomamos juntos las decisiones, que
necesitamos como país, tendremos la confianza de que hemos comenzado a ir por buen
rumbo.
A veces el proceso para dar con esa voluntad es
complicado. Quizá tengamos que esperar y hacer gala de paciencia. Las circunstancias
son variables. La gente cambia. Nosotros también. No obstante, no dejemos de
repetir que queremos descubrir esa voluntad que premiará nuestra paciencia y nuestra
fe.
Si podemos apreciamos la luz porque hemos
conocido la oscuridad. Es momento que estimamos mucho más la esperanza después
de haber vivido el desaliento. Los buenos momentos nos reportan mucho más gozo
cuando hemos pasado por épocas sombrías. Y ese es mi deseo para todos mis
coterráneos. Recordemos que si valoramos la salud es porque hemos sufrido
enfermedades, y somos conscientes de la importancia de ser amados porque
sabemos lo que es sentirnos solos. Entonces, vamos juntos a construir una
patria de todos y para todos. ¡Feliz Año Nuevo 2015! Es el más sincero deseo de
mi familia y el mío propio.
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