lunes, 27 de mayo de 2013

Ramón Briceño Cherubini "Hacedor de Huellas"




Jesús Matheus Linares

El pasado jueves 23 de mayo, un día antes de la celebración del Día de María Auxiliadora, mi amigo y hermano, Ramón Alfonso Briceño Cherubini, dio su último paso en la vida -el que lo ha llevado ahora a la presencia del Creador Supremo-, fue la culminación de un largo viaje, y ese último ha sido el mejor de todos. Estará ya junto a Dios, en el Cielo, experimentando una alegría total. Su transitar entre nosotros lo hizo un hacedor de huellas

Impulsador de la cultura, periodista, historiador, amigo, confidente, hermano, Ramón siempre nos brindó esa amistad sincera, que juntos compartimos en nuestra Valera natal. Soñamos juntos, realizamos proyectos, teatro, radio, periodismo estudiantil y lo más importante, hicimos trabajo cultural.

Desde Jajó, la tierra de nuestros ancestros, donde germinaron parte de nuestros antepasados, a fines de los 70, luego de la fundación de la Casa Municipal del Estudiante, junto a otro baluarte del patrimonio cultural trujillano, la recordada profesora Aura Salas Pisani, junto a una pléyade de jóvenes, Ebert Domínguez, Alberto Briceño, Mauro Rangel, Morelia Valero, Daniel López, Orlando Cepeda, Carmen Briceño, Ramón Barrios, Francisco Briceño, Alwin Briceño, Roque Torres, entre otros, realizamos el Primer Encuentro de Jóvenes Comunitarios, apoyados por esa maestra de siempre, la profesora Elisa Briceño de Pineda, del ingeniero Ernesto Rosales y de José de Jesús Muchacho Bertoni.

En Jajó, el bucólico pueblo con más de 400 años de historia, donde no sólo aprendimos del pasado, sino que vivimos nuestro presente y soñamos el futuro, recuerdo el  historial de su familia, con su bisabuelo Don Pedro María Cherubini, venido de otro continente, de Italia, para radicarse en las montañas trujillanas.

Allí compartimos con su mamá, Ysabel María Cherubini de Briceño, maestra, educadora, junto a su papá, Jesús María Briceño Briceño, un conocedor de muchas historias de Jajó y del estado Trujillo, de su tío Carlos de Jesús Cherubini Briceño, un explorador de montañas y sueños. De Leticia, su tía, y desde luego, del pintor popular de Jajó, Jesús "Chuy" Araujo Briceño, hacedor de máscaras ancestrales, y de Don Pepe, tío maestro, que entre libros y bebidas espirituosas (“el dulce amor”), en su covacha, contaba historias y leyendas del pueblo.       

Fuimos testigos de los relatos sobre la aparición de la Virgen María, bajo la advocación de Durí y del Talquito. El siempre recordado: “no, no, muchachos,” que nos decía Aura Salas Pisani, ante cualquier ocurrencia nuestra.

Las semanas santas con el montaje teatral, “Lágrimas de Cristo”, recorriendo toda la geografía trujillana, o los dramáticos radiales en las fechas patrias, como “El Ocaso de un Sol”, o nuestro primeros pinitos como locutores y periodistas principiantes, en “Tribuna Estudiantil” en sus dos versiones, en Radio Turismo y en el Diario El Tiempo. Los encuentros con la historia, con la recordada Aura Briceño Monreal, su amor eterno: Basilisa Molina, sus dos vástagos: Ramón Alfonzo y Antonio Nicolás. Su entrega a sus investigaciones históricas que lo llevaron a defender la Casa de Carmania, donde pernoctó el Libertador, a Carache, con  “la piedra del Indio” y su última cruzada por la cultura valerana y el rescate del Ateneo de Valera.

Nuestro último encuentro fue en agosto del pasado año, en el centro comercial La Pirámide, recuerdo que fue cerca de la Iglesia San Juan Bautista, al lado de lo que fue el viejo Café Isorano, que administraba la familia de María Cella y del Club Avance Juvenil, junto a Mireya Cadenas y el padre Heriberto Godoy. Allí hablamos de los momoyes y de mi novela, me buscó al protector del quinto elemento, luego nos encontramos con el poeta y artista plástico, Adhemar González. Teníamos planes por un mejor futuro para el país.  
       
Ahora el Creador lo ha llamado a su Casa, en su presencia oirá su voz y recibirá sus palabras de amor y aliento, respuestas a sus interrogantes y soluciones a sus problemas.

 Seguramente ya estará planificando una entrevista con don Mario Briceño Iragorry o Adriano González León, y Don Mario le resaltará la “Crisis de la Caridad”, promoviendo el amor como vía expedita para alcanzar la igualdad y al “Dios mismo como función social” y le ratificará que “la democracia no es lo que hasta ahora entendieron muchos capataces políticos: la posibilidad abierta para el “vivo”  y dirá otra vez, vayamos al Caballo de Ledesma: “Detrás de nosotros vienen jóvenes que esperan nuestra voz curtida de experiencia. Sí, debemos decirles a los cuatro vientos y desde todas las cimas:” ¡Sed mejores que nosotros y, si aspiráis sinceramente a servir a la patria, no os conforméis con imitar nuestra insuficiencia! ” Porque nuestra tragedia reside en haber llegado sin llegar: En ocupar sitios que reclamaban mayor aportación de cultura y de responsabilidad”.

"Como ateneísta, como demócrata y como cristiano católico, lucho por el respeto a las libertades culturales a defender el concepto que dicta el artículo 98 de la Constitución Nacional: La creación cultural es libre",  así fue ese activista cultural llamado Ramón Briceño Cherubini, porque al igual que él "creemos y nos interesan todos los trujillanos y venezolanos, no la élite del poder ni el propósito hegemónico, creemos en la diversidad. Creemos en los poderes creadores del pueblo y desde siempre hemos apoyado a nuestros artistas populares y académicos”. Ramón, hermano, vivirás en nosotros.