En
Táriba, estado Táchira
414 años de la
renovación
de la Virgen de
La Consolación
Jesús Matheus Linares
El estado
Táchira al igual que los estados Mérida y Trujillo, en los andes venezolanos es
una región profundamente católica. Los tachirenses celebran dos fechas muy
importantes durante el mes de agosto: una, el 06 de agosto, el Santo Cristo del
Rostro Sereno, en La Grita y la otra, el 15 de agosto en honor a la Virgen de
La Consolación de Táriba.
La feligresía del
Táchira, de otras partes de Venezuela y más allá de nuestras fronteras, celebró
el pasado viernes 15 de agosto, los 414 años de la renovación de la Virgen de
la Consolación de Táriba, la consoladora patrona del estado Táchira.
La crónica da
cuenta que ese día, de 1600, cuando el retablo que habían traído los padres
agustinos de África, con la imagen, que con el tiempo se fue borrando, iluminó la
humilde vivienda donde la había colgado la familia Zamora, con su imagen bien
delineada.
De acuerdo a la
tradición, Santa Mónica, madre de San Agustín, le pidió su intercesión para que
consolara sus penas y convirtiera a su esposo, un pagano que la hizo sufrir con
sus infidelidades, maltratos físicos y morales, y muchos vicios; y a su hijo
mayor, Agustín, de inteligencia fuera de lo común, que al ir a estudiar a
Cartago, “abrazó la herejía maniquea y tomó una concubina por varios años”.
Señala el
relato, San Ambrosio, desde Milán, a donde fue Mónica para atender a Agustín,
que se enfermó gravemente, fue testigo del milagro: Patricio se convirtió, fue
bautizado y recibió los sacramentos, y al año murió. Agustín, por su parte, fue
bautizado, se preparó para ser sacerdote y fundó la orden de los Ermitaños de
San Agustín, una congregación que se extendió por África, España, Italia,
Alemania, Venezuela, Colombia, en Bogotá y Pamplona, por donde llegó a San
Cristóbal, cuando fue fundada la Villa en 1561, por el capitán don Juan de
Maldonado; un año después llegaron los padres agustinos a Táriba, donde establecieron
su sede y comenzaron a evangelizar en las comarcas aledañas.
Numerosos testimonios
desde hace más de cuatro siglos, dan cuenta que prácticamente desde la
fundación de San Cristóbal, la imagen obró milagros, como la vez que salvó a
los padres agustinos cuando iban a evangelizar a los indios Táribas, a Táriba,
que fue visitada en 1547 por los primeros españoles que pasaron, al mando de
Alonso Pérez de Tolosa y Diego de Lozada.
Cuando iban a
cruzar el Torbes, desde San Cristóbal, la corriente fluvial se mostraba
imponente, pero lograron pasar colocando la imagen sobre una caña, “que les
alumbraba el camino y las aguas por donde iban a pasar, y animados por la
Señora que los acompañaba, lograron llegar hasta lo que es hoy la Plaza Bolívar
de Táriba, donde hicieron una ermita y después una capilla, y allí colocaron la
reliquia que estuvo en manos de santa Mónica”.
Los indios aprendieron
a amar a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de La
Consolación y recibieron la doctrina de los primeros misioneros agustinianos,
pero los indios Capachos y Guásimos se unieron para atacar a los Táribas, y los
misioneros para salvaguardar sus vidas abandonaron el lugar y dejaron la imagen
bajo la custodia de una india catequizada a la fe cristiana.
Comenzaron a
obrar los milagros con la reliquia, se habla de que muchos nativos fueron
curados de enfermedades y fracturas; pero con el devenir del tiempo se fue
perdiendo la devoción de venerarla y la imagen se fue borrando.
“Al final del siglo XVI, vino a Táriba a visitar a
la familia Zamora, el alférez y encomendero de Pamplona de la Nueva Granada,
Juan Ramírez Andrade. Por casualidad, la casa de Zamora estaba en el mismo lugar
en que la india había recogido la tabla y la troja, donde se guardaban los
granos aun estaba en servicio. Uno de aquellos días, coincidentes con la visita
de Ramírez de Andrade, los hijos de Zamora, Pedro, Gerónimo y Antonio,
decidieron, después de almorzar, organizar una partida de pelota y así lo
hicieron; mas en el transcurso del juego una de las paletas se rompió, por lo
que los muchachos entraron al granero en busca de una tabla para reemplazar la
paleta rota. Hallaron la tabla en la que la Virgen había estado pintada; la
tomaron y trataron de romperla para darle la forma de paleta, la paleta fue
demasiado dura para romperla. Advirtieron que cuando golpeaban la tabla esta
sonaba como un tambor. Lo que llamó la
atención de la señora Zamora quien reprochó a los muchachos por estar tratando
de romper la tabla en la que la imagen había estado dibujada; la tomó y la
llevó al granero nuevamente, habiéndola dejado colgada de una de las paredes”.
Fue en la tarde
cuando iluminó el rancho, pues salían “copiosos rayos de luz”. La gente estaba
emocionada por el milagro de la nueva presencia en el cuadro de la Virgen, y el
vicario y el pueblo se trasladaron a Táriba a ver la obra tan maravillosa y la
comenzaron a venerar”.
Relata monseñor
José Ramiro Useche Bustamante, vicario de la Basílica de Nuestra Señora de la
Consolación de Táriba, que la Virgen obró muchos prodigios, como el de la
disentería que se propagó en San Cristóbal entre 1630 y 1640, y con la fe en la
imagen se “detuvo el mal”.
Monseñor Rafael
Arias Blanco, para celebrar los veinticinco años de la fundación de la
Diócesis, por monseñor Tomás Antonio Sanmiguel, dispuso que la imagen visitara
la ciudad.
“Miles de fieles
devotos de ella la llevaron a la Catedral, donde recibió las multitudinarias
manifestaciones de amor y agradecimiento. Hoy tenemos la basílica, a petición
de monseñor Fernández Feo al papa Juan XXII, desde el 23 de octubre de 1959”.
Todos los quince
de agosto, es la fiesta de la Consolación, adonde acuden miles de peregrinos,
files devotos, para agradecerle los favores y pedirle nuevas gracias y
bendiciones. Milagros –dice el presbítero- como el de la joven con leucemia,
que fue desahuciada por los médicos de San Cristóbal, entonces su madre acudió
con la enferma a la iglesia, con la novena de la virgen, y el médico de España
cuando la vio, le dijo que estaba curada. Cuando vaya a Táriba, visite a la
Virgen de La Consolación, la cordialidad del tachirense le quedará prendada por
siempre.
La Virgen de La Consolación, en Táriba. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario