¿Dónde está el petróleo?
-Jesús Matheus Linares-
Parafraseando
la película “dónde está el piloto” que se estrenó en Estados Unidos el 27
de junio de 1980, primera cinta
cinematográfica de Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker. Título de una comedia cómica de hace tres décadas,
también podría retratar la actual coyuntura de la situación venezolana, ante la
crisis producto de la caída de los precios del petróleo.
Y
es que seguiremos hundiéndonos en el mar de los Sargazos. De acuerdo al informe
del Ministerio de Petróleo y Minería de esta semana, el precio del
petróleo venezolano perdió 89 centavos de dólar para promediar la semana en
68,08 dólares el barril. Es
necesario que dejemos de ser una sociedad “petrocéntrica” y convertirnos en una
“antropocéntrica”, en la que el esfuerzo de la gente y no la explotación de
recursos agotables, sea la que genere ingresos para satisfacer las necesidades
de la Nación.
Durante la
presente semana los precios de los crudos terminaron a la baja
"presionados por el incremento mayor al esperado de los inventarios
comerciales de crudo en Estados Unidos. Igualmente, el mercado centro su
atención en la reunión de la Opep en la cual se decidió mantener sin cambio su
techo de producción", señala el reporte semanal del Ministerio.
Los precios del
crudo llevan tres meses consecutivos de caída. El promedio del precio del crudo
en lo que va de año es "como precio justo". Okey, pero qué hemos
hecho para enfrentar la situación que se nos avecina. Ahora seguimos anhelando
un precio del barril a 100 dólares, pero hemos hecho lo propio para sustituir
nuestra economía petrolera rentista, por una sana economía productiva no
dependiente de la producción petrolera. Ahí el dilema.
Luego del
fracaso el pasado 27 de noviembre, en Viena, de bajar la producción de la OPEP,
Venezuela, según Rafael Ramírez, produce 3 mil 500 millones de barriles diarios
de petróleo. Voces más serias estiman que podría rozarse los tres millones. No
más. Y de esos 3 millones hay deducciones automáticas como la venta a China, el
suministro a Cuba, la deferencia para
con Petrocaribe y el consumo interno en el país, apenas permite que se pueda
exportar 2.2 millones de barriles o algo menos.
Pero dejemos la
cifra en 2.2 millones que a $ 68 (última cotización internacional) abre un
boquete inconmensurable en la economía venezolana. Supongamos optimistamente
que el crudo se revalorice en 15 % y se cotice en $ 78,92 que multiplicados por
1.850.000 barriles permite que ingresen $ 144.670.000 diarios. Si mantenemos el
estatus vigente y multiplicamos 2.2 millones de barriles por esa misma
cotización de $ 68 obtenemos $ 149.600.000, es decir, $ 4.930.000 más. En
consecuencia estaríamos frente a un nuevo “negocio” chucuto. Todo ello sin
considerar que si el crudo asciende a $ 78,92 resulta atractivo para los
productores de USA extraer petróleo de esquisto que permite mayores beneficios
y con ello Estados Unidos estaría reduciendo su brecha de dependencia externa
al importar menos, de países como precisamente, Venezuela. ¿Difícil de
entender?
Hoy día, junto al saldo por pagar de los cuatro Fondos Chinos
y otras deudas públicas no registradas como tales, se acerca a 250 mil millones
de dólares. Ocho veces más que en el 2006. El número de empleados y obreros
públicos ha pasado de 1.200.000 (1998) a 2.500.000 hoy. El de pensionados del
Seguro Social de 380.000 a 2.600.000. Se ha expropiado empresas privadas que
generaban buenos empleos e impuestos, como Sidor, Banco de Venezuela, Cantv,
Electricidad de Caracas, varias cementeras, Agro isleña, un centenar de
contratistas petroleras de Lagunillas. Ojeda, Maracaibo, Barquisimeto, Ciudad
Bolívar, Puerto La Cruz, y otras regiones del país, centenares de fincas en
producción a lo largo de la nación. Se ha ahuyentado la inversión extranjera.
Ahora qué podemos esperar.
Y
como en la película que referimos al comienzo del artículo, El argumento
trata un tema abordado muchas veces en el cine. La historia de una emergencia
médica en medio de un vuelo causada por comida en mal estado, con los pasajeros
siendo rescatados por un antiguo militar. Ahora el rescate debemos hacerlo
nosotros. Cómo. Muy sencillo volviendo a las otrora enseñanzas, de hombres como
Alberto Adriani, que nos hablaron de “sembrar el petróleo”, de incentivar la
productividad en nuestra agobiada economía nacional para reactivar todos los
sectores: textil, construcción, agrícola, metal mecánico, maderero, turístico,
químico, pecuario, industrial, para
convertirnos realmente en un país de oportunidades.
Así podríamos
estar blindados ante acontecimientos como la decisión de la Opep de mantener el
techo de producción de petróleo en 30 millones de barriles, que ha incidido en la caída de los precios del
crudo, entre otros aspectos. Es una manera de comenzar a creer que no somos un
país rico en petróleo, si no que tenemos el recurso humano dispuesto para
comenzar a cimentar las verdaderas bases de una economía solida y sustentable.
Ya el tiempo de las “vacas gordas”, lo hemos dejado atrás y ahora tendremos que apretarnos el cinturón,
sino seguiremos derecho al fondo del Mar de los Sargazos, un mar inmóvil.
El mar de los
Sargazos, conocido desde la antigüedad, y frecuentado en el siglo XV por los
marinos que buscaban la mítica isla Antilla,
producía preocupaciones, miedo y terror. Nadie había podido
sobrepasarlo. Sin embargo, como se comprobaría, la dificultad que representaba
a la navegación era más psicológica que técnica, y así pareciese que estamos
los venezolanos, con dificultades psicológicas por los precios del petróleo,
más que pensar qué podemos hacer para convertirnos en una nación productiva,
debemos dejar de ser “petrocéntricos” y convertirnos en “antropocéntricos” Eso
es lo queremos.